Los fantasmas (del griego φάντασμα, "aparición"),
en el folclore de muchas culturas, son supuestos espíritus o almas
desencarnadas de seres muertos que se manifiestan
entre los vivos de forma perceptible (por ejemplo, tomando una apariencia
visible, produciendo sonidos o aromas o desplazando objetos —poltergeist),
principalmente en lugares que frecuentaban en vida, o en asociación con sus
personas cercanas.
Origen
La creencia en aparecidos (muertos que vuelven a aparecer
para encomendar alguna misión), espectros,
ánimas del Purgatorio, almas en pena, o fantasmas es muy propia de la
naturaleza humana, tanto que tiene visos de ser o constituir un ente
antropológico abstracto que pervive, como otros tipos de superstición, a través
de numerosos factoides concretos. Ha generado y genera una amplia literatura
(novela gótica o de terror), inspira la cinematografía y el teatro y ha creado
innumerables leyendas y mitos, si es que estos, inversamente, no han creado
este bulo; la ciencia considera creer en fantasmas un tipo de superstición muy
asentado en la psicología del ser humano, porque se alimenta de la necesidad de
vida eterna, como la religión, y sublima una muerte inaceptable y aborrecible
por medio del acto apotropaico de creer que la conciencia pervive más allá del
fin de la misma, de forma que la fantasmogénesis resulta ser un fenómeno o
concepto antropológicamente paralelo a la hierofanía.
Estudios recientes
indican que muchos occidentales creen en fantasmas; en sociedades donde la
religión tiene mucho predicamento, como los Estados Unidos, una encuesta
demostró que el 32% de sus habitantes cree en fantasmas y en la vida luego de la
muerte o más allá, siempre en forma paralela a la religión o de forma menos
regulada por un sistema escatológico como han hecho las religiones más
frecuentes, que se aprovechan de este meme antropológico para crear estructuras
económico-culturales de creencias.
Desde antiguo la mitología, la religión y otras
manifestaciones de folklore o literatura han creído, o pretendido creer, en la
existencia de entidades sobrenaturales, manifestaciones vitales o númenes más o
menos inmmateriales de varios tipos:
1. Abstractos, más o menos alegóricos, como Dios.
2. Naturales o no humanos: inanimados sin movimiento o
cosas, e inanimados con movimiento o semovientes, como el aire, el agua, el
fuego, las plantas, los astros.
3. Naturales animados: animales o animalizados.
4. Antropomórficos.
5. Humanos.
Desde el más primitivo animismo, que otorga vida a todo lo
semoviente o dotado de movimiento y evolución, así como a las fuerzas de la
naturaleza (el aire, el agua, el fuego, la vegetación, los astros), muchas de
estas categorías pueden asociarse, formar criaturas mixtas y recibir
denominación o nombre, como el ángel o los dioses medio animales o animalizados
de los egipcios y los japoneses. El fantasma vendría a ser una entidad entre el
cuarto y quinto tipo por su origen humano, bien diferenciada de duendes,
diaños, demonios, tulpas, yōkai, genios, elfos, silfos, hadas y longaevi,
restos de religiones desaparecidas a los que Heinrich Heine llamaba
"dioses en el exilio". Para la mentalidad moderna, que ha desvitalizado
el cosmos transformándolo en una cosa o un mecanicismo muerto y absorbiendo
toda su vida en el yo y el antropocentrismo desde el Renacimiento, es más fácil
creer por eso en fantasmas que en esos otros tipos de criaturas, cuyo
predicamento estaba más extendido por el mundo politeísta antiguo y la Edad
Media. El pensamiento prelógico y primitivo no distingue niveles entre lo real
y lo imaginario, se revela contra la idea inaceptable y abstracta de la muerte
y considera que lo aparecido en sueños es indistinto y posee existencia real,
justificando sus temores y concretándolos desde el mundo onírico o del sueño e
identificando la imagen de un ser desaparecido por la muerte que aparece en
este con un ser real no afectado por la conclusión, la desaparición y la
muerte. Se cree así en otros grados de existencia, menos patentes pero
considerados reales; es más, se calma así la inquietud existencial que provocan
los sentimientos de culpa, de finitud y de muerte.
Según las creencias, los fantasmas son manifestaciones
perceptibles de seres que ya no están vivos. Las mismas pueden ser visuales,
auditivas, tangibles, olfativas, en ocasiones, con movimiento de objetos.
La creencia en fantasmas ha estado presente en todas las
culturas, y está vinculada a la creencia en la reencarnación. Los egipcios que
privilegiaban la vida de ultratumba, presentaban ofrendas consistentes en
comida a sus muertos, pues creían que éstos continuarían con sus hábitos en el
más allá.
Hay culturas que aceptan a los fantasmas como parte de la
vida cotidiana. Las nuevas tecnologías han aportado técnicas que los
investigadores que intentan probar la existencia de los fantasmas han usado en
sus estudios. Tal es el caso de las psicofonías, que son grabaciones donde
aparecen sonidos inexplicables que se atribuyen a la presencia de fantasmas.
También se utilizan representaciones visuales, y proyecciones del aura.
Fantasmas y Psicología
La creencia en fantasmas puede ser inducida como alucinación
por trastornos como la parálisis del sueño y otras diversas
parasomnias, así como por síntomas como la disociación y enfermedades mentales
como los diversos tipos de esquizofrenia (oír voces, ver alucinaciones, sufrir
delirios) o las distintas afecciones del lóbulo temporal del cerebro, por
ejemplo la Epilepsia; por otra parte el escotoma obliga a veces al cerebro a
crear delirios inconscientes: fantasea creando imágenes fantasmas en los huecos
donde percibe falta de información visual, como han demostrado en otros casos
experimentos empíricos sobre percepción; a veces también engaña el cerebro
creando historias mediante el síndrome de Korsakov o en condiciones de hipnosis
o, más corrientemente, el sueño, fabulando sobre bases reales (en condiciones
de hipnosis, se produce un sensible aumento de memoria, se decuplica, o más,
por lo cual se pueden recuperar datos que hacen la historia más verosímil).
Igualmente, muchas drogas, los llamados alucinógenos, producen fantasías
fantasmagóricas, como el LSD.
La Comunicación después de la muerte inducida
(CDMI) es una técnica terapéutica basada en la EMDR
que ayuda a los deudos a procesar y superar el sufrimiento por la muerte de un
ser querido por medio de la evocación de fantasmas. La CDMI fue descubierta y
desarrollada en 1995 por el psicólogo estadounidense Allan Botkin, durante su
trabajo con veteranos de la guerra de Vietnam. Se fundamenta en el demostrado
valor curativo de las Experiencias cercanas a la muerte.
Fantasmas y Parapsicología
Cuadro basado en la descripción del investigador sir William
Crookes: la médium Florence Cook se encuentra en el piso, y Crookes ilumina el
ectoplasma de la fallecida Katie King.
Para no ser pseudociencia, la parapsicología investiga la
psicología del engaño, procura documentar cualquier testimonio de los llamados
fantasmas y controlar rigurosamente las circunstancias en que se producen
(incluidas los observadores) alejándose de cualquier prejuicio cognitivo.
El curso histórico del fenómeno obliga a distinguir, por una
parte, las apariciones de ectoplasmas obtenidas con ciertas medium espiritistas
fraudulentas a comienzos del siglo XX (Eusépia Palladino, Douglas D. Home, Rudi
Schneider, Franek Kluski) de las apariciones investigadas por investigadores
serios (Charles Richet, Schrenk-Notzing, Gustave Geley, etc.) que acreditaron
los fenómenos con las condiciones de observación de que disponían en su época
y, por otra parte, de fenómenos asociados como el encantamiento o el
poltergeist.
La parapsicología asocia los fantasmas a la percepción de
personas y animales vivos o muertos de forma visual o auditiva (las mal
llamadas psicofonías y teleplastias), e investiga a determinadas personas, los
llamados dotados o mediums, quienes, imbuidos al parecer de una cierta
percepción extrasensorial, hacen una o varias de estas cosas:
1) Notar, sentir, registrar o percibir la presencia de seres
fallecidos (clarisintiente o empático)
2) Observarlos (clarividente).
3) Escucharlos (clariaudiente).
4) Obtener información desconocida, falsa o verdadera, de
los mismos, e interactuar con ellos (médium).
En cuanto al punto 1, muchos mediums pueden percibir tan
sólo sentimientos o percepciones de los espíritus (empatía), no pensamientos
más elaborados y complejos, distinguen auras de colores de personas vivas o
señalan áreas concretas donde los espíritus se sitúan. Por otra parte, en los
puntos 1, 2 y 3 estas percepciones difieren según el individuo y pueden
presentarse de forma más o menos intensa, continua o discontinua (al parecer en
forma de rápidos e incompletos flashes de información). Respecto al cuarto
punto, algunos médiums han conseguido recabar un alto porcentaje cierto y
verificable de información, algunas veces por procedimientos como la escritura
automática o la psicometría. Estos mediums han logrado recabar información útil
para esclarecer desapariciones y crímenes y ayudar a arqueólogos o a personas
desesperadas por dramas familiares, como atestiguan los casos de John Edward,
Chip Coffey, Anne Germain, Rosemarie Kerr, Sally Headding o Nancy Orlen Weber,
entre otros. Curiosamente, unas pocas personas parecen poseer el don contrario
de impedir o desfigurar cualquier inferencia mediúmnica. Este hecho parece
apoyar el argumento de que la mediumnidad es un tipo de talento telepático que manipula
información inconsciente de los cerebros de los sujetos sometidos a ella para
reforzar convicciones que los individuos ya poseen. Muchos mediums dicen nacer
ya con el don, manifiesto desde su infancia, y se ven asediados por espíritus
buenos y malos; algunos de ellos, según interpretan, son los llamados espíritus
guía, que los protegen, informan, acompañan y asesoran durante toda o gran
parte de su vida. El médium no se ve afectado por la distancia ni el tiempo,
sino por la presencia de signos o vestigios de aquello con lo que se comunica,
y es un don innato, se posee (desde la infancia) o no se posee.
Los fantasmas más frecuentes poseen una tipología escindida
en cuatro clases:
Fantasmas residuales, o visiones que realizan actos
repetitivos y carecen de actitud comunicativa o interacción con los
observadores.
Fantasmas conscientes, que pueden comunicarse e interactuar
con los observadores.
Encantamientos duraderos de lugares concretos donde se
manifiesta uno o más fantasmas desde hace mucho tiempo.
Poltergeist o "espíritus burlones", fenómenos de
duración más reducida ligados a una persona, por lo general adolescente o joven
(aunque no siempre), en la que se mueven objetos solos, se escuchan golpes
repetitivos o ruidos y se encienden o apagan luces.
Los fantasmas han formado parte de todas las culturas a lo largo de la historia, lo cual se debe a la creencia en la reencarnación. Es así que muchas civilizaciones consideran un hecho cotidiano la existencia de fantasmas, e incluso conviven con ellos. En algunas culturas precolombinas, los muertos eran embalsamados y situados en un lugar privilegiado de la casa, y se les pedía consejo.
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